Erdoğan ante la vuelta de Siria a la arena internacional
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Armenia ha multiplicado por 3 sus compras de EE. UU., Europa y Japón, al tiempo que ha multiplicado por 4 sus ventas a Rusia. Es una operación de libro: las empresas armenias compran productos que luego reexportan a Rusia. Y no se trata solo de Armenia. El Kremlin ha encontrado muchas alternativas.
Desde que diera comienzo la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022, los países aliados reaccionaron aplicando una gran cantidad de sanciones económicas contra Rusia. Las sanciones han elevado los costes de suministro de Rusia, dificultado su acceso a ciertos componentes críticos, reducido sus ingresos energéticos y frenado la inversión extranjera directa. Por ejemplo, entre enero y abril de este año los ingresos del gobierno ruso derivados de la explotación del petróleo y el gas se redujeron un 48% respecto al año anterior. A largo plazo todos estos son elementos que pesarán y mucho en la economía rusa.
Sin embargo, el efecto en el corto plazo de las sanciones está siendo mucho más limitado. Es decir, las sanciones pueden dañar el potencial de Rusia a largo plazo, pero no parecen estar siendo útiles para favorecer el fin de la guerra. Sí, están causando ciertas dificultades, por ejemplo, la prensa rusa se ha hecho eco de cómo la escasez de algunos productos importados está afectando a todo tipo de actividades, desde el mantenimiento de helicópteros hasta el transporte por carretera.
Peso a ello, el paso del tiempo ha hecho que los rusos, poco a poco, puedan encontrar alternativas. Alternativas más caras, más limitadas o de menos calidad, pero alternativas al fin y al cabo. Para que os hagáis una idea, los datos disponibles apuntan a qué las importaciones rusas de bienes han vuelto a los niveles anteriores a la invasión. La búsqueda de proveedores alternativos en países como China o Turquía, así como el uso de terceros países para canalizar sus compras (especialmente los países de Asia Central) explican este cambio. Un buen ejemplo es el de Armenia. Sus exportaciones a Rusia se han multiplicado por 4 al tiempo que sus importaciones procedentes de la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido o Japón se han triplicado. Evidentemente, estamos ante una operación de libro: las empresas armenias importan productos que luego reexportan a Rusia.
Es una situación con la que ahora los países aliados tendrán que lidiar si realmente esperan que las sanciones sean efectivas. Claro que esto es más fácil de decir que de hacer. Cuando Estados Unidos pidió antes de la última cumbre del G7 que se estableciera un embargo prácticamente total sobre los bienes vendidos a Rusia, tanto los europeos como los japoneses se negaron.
Luego, Turquía es otro buen ejemplo de cómo Rusia está logrando encontrar alternativas con mucha más facilidad de la esperada. Y es que, veréis, pese ese a ser miembro de la OTAN y haber entregado equipos militares a Ucrania, también está incrementando sus lazos comerciales con Rusia. En 2022 sus exportaciones al país de Putin prácticamente se duplicaron hasta superar ampliamente los 9.000 millones de dólares.
Es decir, tal y como están concebidas, las sanciones darán resultados a la hora de limitar el potencial de Rusia a largo plazo, pero un periodo más cercano su resultado está siendo más pobre.
Si quieres saber más sobre las sanciones a Rusia no te pierdas este vídeo de Si lo Hubiera Sabido: