El gran juego africano de China, Rusia y Estados Unidos

China y EE.UU. compiten por Yibuti, Rusia refuerza su presencia en Libia, y Somalilandia se frota las manos ante un posible reconocimiento de la nueva Administración Trump.

El gran juego africano de China, Rusia y Estados Unidos
Imagen: Wikimedia Commons

En este nuevo número de NotNews os hablamos de: 

  • Yibuti, el epicentro africano de la competencia entre China y Estados Unidos
  • Libia: la apuesta rusa tras su éxito en el Sahel
  • Somalilandia y sus esperanzas de reconocimiento con Trump

Antes de nada, os dejamos los últimos vídeos que hemos publicado en los canales de la Visual Faktory:

Yibuti, el epicentro africano de la competencia entre China y Estados Unidos

Yibuti, un pequeño país desértico dependiente de Etiopía, es clave en la geopolítica internacional por su ubicación en Bab el-Mandeb, un corredor vital para el comercio global que ha atraído bases militares de varias potencias. Su proximidad a Addis Abeba, sede de la Unión Africana y centro de influencia en el Cuerno de África, refuerza su papel como un actor clave en la estabilidad regional.

Imagen: Elaboración propia desde Google Maps

La presencia china en Yibuti

En 2014, China y Yibuti firmaron un acuerdo de defensa, y en 2017 inauguró su primera base militar en el extranjero, una base denominada por los funcionarios chinos como “base de apoyo”, con el objetivo de apoyar a las misiones de escolta contra la piratería, operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU y misiones de rescate humanitario. La enorme base china tiene capacidad para albergar hasta 10.000 tropas, sin embargo, por ahora solo hay unos 2.000 efectivos desplegados, entre los que se incluye una unidad de operaciones especiales del Cuerpo de Marines de la Armada del ejército chino.

Desde entonces, Pekín ha logrado sumar a Yibuti a su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), reforzando su estrategia de diversificación. Además de financiar el ferrocarril entre Addis Abeba y Yibuti, gracias a su cooperación de larga data con Etiopía, ha ampliado el puerto multipropósito de Doraleh, además de financiar infraestructuras de telecomunicaciones y construir la zona de libre comercio más grande África, que se prevé esté operativa antes de 2035.  

Imagen: Mercator Institute for China Studies (MERICS)

La cooperación militar entre ambos países también ha adquirido una enorme importancia. China se ha convertido en el segundo socio comercial de Yibuti, solo por detrás de Etiopía. Según datos del Banco Mundial, representa el 11,3% del comercio exterior del país, con un 19,7% de las importaciones y un 2,9% de las exportaciones. Además, la economía de Yibuti depende fuertemente de la actividad del complejo portuario de Doraleh, que genera el 80% de los ingresos nacionales. Mientras tanto, Estados Unidos ocupa la posición 14.

Gráfico: Elaboración propia con datos del Banco Mundial
Gráfico: Trading Economics con datos de COMTRADE

Las preocupaciones estadounidenses

Desde la entrada de China en Yibuti, Estados Unidos ha expresado repetidamente su inquietud. En primer lugar por la cercanía de las bases china y estadounidense, a solo 13 kilómetros la una de la otra.

Imagen: Elaboración propia a partir de Google Maps

El Departamento de Defensa de EE.UU. ha denunciado que el ejército chino ha utilizado punteros láser contra pilotos estadounidenses en la zona, una acusación que Pekín ha negado. A su vez, China ha acusado a EE.UU. de realizar vuelos de reconocimiento a baja altitud sobre su base, calificándolos de provocaciones.

Imagen: Rueda de prensa de la portavoz del Pentágono, Dana W. White, en 2018. Departamento de Defensa de los Estados Unidos

Pekín sostiene que su instalación militar en Yibuti tiene fines humanitarios y de seguridad marítima. Sin embargo, no ha sido utilizada para evacuar ciudadanos chinos en crisis recientes en África ni ha participado en la protección de embarcaciones en el Mar Rojo ante los ataques hutíes. Además, la expansión de su infraestructura —incluyendo muelles capaces de recibir portaaviones y submarinos— sugiere una estrategia más orientada a la proyección de poder y la recopilación de inteligencia, algo que sus propios analistas militares han reconocido. EE.UU. interpreta esto como parte de un plan más amplio de China para fortalecer su presencia militar en la región bajo el pretexto de proporcionar bienes públicos globales. Así lo señala el Departamento de Estado estadounidense en su informe anual sobre los desarrollos militares y de seguridad chinos.

Otra fuente de preocupación para Washington es la creciente deuda externa de Yibuti con China, que EE.UU. teme que Pekín utilice como herramienta de presión geopolítica. El Exim Bank of China es el principal acreedor del país, poseyendo el 78% de la deuda en mora. Aunque en 2023 ambas partes acordaron una moratoria que brindó cierto alivio, la deuda externa de Yibuti ha pasado del 33,9% del PIB en 2013 al 68,1% en 2022, un incremento impulsado en gran parte por la financiación china de grandes proyectos de infraestructura.

Gráfico: Deuda externa de Yibuti por el Fondo Monetario Internacional

El FMI ha advertido que Yibuti enfrenta un riesgo extremo de sobreendeudamiento, catalogando su deuda como insostenible. Además, el país ha acumulado atrasos significativos en los pagos, superando los umbrales de sostenibilidad del PIB y los ingresos fiscales. Aunque su economía ha crecido a un ritmo superior a la media global, su excesiva dependencia de Etiopía como principal cliente de sus puertos representa un riesgo a futuro. De hecho, el FMI ha señalado que la diversificación comercial de Etiopía podría reducir el tráfico en los puertos yibutianos, debilitando la principal fuente de ingresos del país.

En este contexto, a Washington le preocupa que Yibuti ceda el control del puerto de Doraleh a Pekín, especialmente después de haberlo expropiado a una empresa dubaití. Esto supondría un grave revés para los intereses estratégicos de EE.UU. y para la seguridad de su única base permanente en África. Por el momento, la empresa estatal China Merchants Port Holdings posee una participación del 23,5% en el puerto, lo que refuerza la influencia de Pekín en esta infraestructura clave.

Hasta ahora, Yibuti ha sabido explotar su posición estratégica aplicando una hábil diplomacia de los pequeños estados, equilibrando alianzas y rentabilizando su territorio sin comprometerse completamente con ninguna potencia. Si bien históricamente su relación con Francia y EE.UU. ha sido clave, desde la década de 2010 ha diversificado socios, atrayendo a Japón y, sobre todo, a China. Pekín ha consolidado su presencia con inversiones en infraestructuras estratégicas como el puerto de Doraleh, el ferrocarril Addis Abeba-Yibuti y una zona de libre comercio. Sin embargo, esta creciente dependencia económica con China también plantea riesgos, ya que el alto nivel de endeudamiento podría comprometer su autonomía a largo plazo.

Al fin y al cabo, Camp Lemonnier es la única base permanente de Estados Unidos en África. Establecida tras el 11S, Yibuti fue elegida por su posición estratégica. Su misión principal es monitorear y contrarrestar la actividad terrorista regional, desempeñando un rol clave en la recolección de inteligencia, el lanzamiento de ataques con drones en Somalia y Yemen y la cooperación en seguridad con los estados del Cuerno de África. Además, la presencia estadounidense en Yibuti busca disuadir la influencia de rivales estratégicos como China y Rusia.

Libia: la apuesta rusa tras su éxito en el Sahel

La presencia rusa en Libia está intrínsecamente ligada a su relación con el mariscal Khalifa Haftar, uno de los militares que participó en el golpe de Estado contra Gaddafi. Haftar es el comandante del Ejército Nacional Libio (ENL), que controla el este y el sur del país.

Imagen: La zona roja es la controlada por las fuerzas del mariscal Khalifa Haftar. LiveuaMap

Entre 2016 y 2023, Haftar ha viajado a Rusia al menos cinco veces, reuniéndose con funcionarios de alto rango, incluido el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el presidente Vladimir Putin. Por su parte, delegaciones rusas también han visitado Libia en múltiples ocasiones para reforzar la cooperación militar y diplomática. Moscú ha mantenido una postura clara sobre la necesidad de que Haftar sea tenido en cuenta en cualquier solución política para Libia.

Imagen: Khalifa Haftar recibido en Rusia por el viceministro de Defensa, Yunus-bek Yevkurov, en 2023. AFP

La alianza con Haftar se ha basado principalmente en apoyo logístico y financiero, suministro de armamento, presencia de mercenarios del Grupo Wagner (ahora African Corps) y respaldo diplomático. Tras la muerte de Yevgeny Prigozhin, esta relación no solo se ha mantenido desde el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, sino que se ha intensificado.

A pesar de los problemas internos del Kremlin con el Grupo Wagner y las exigencias del frente ucraniano, Putin no tiene intención de abandonar África. La reducción de su margen de maniobra en Siria, que ha perdido relevancia como plataforma estratégica para operaciones rusas en el Mediterráneo y en el continente africano, ha llevado al Kremlin a redoblar su apuesta por Libia. Desde este país, Rusia busca reforzar su despliegue militar y consolidar su influencia en Malí y la República Centroafricana, ampliando su proyección de poder sobre la OTAN y la UE, asegurando un acceso estable al Mediterráneo desde el norte de África.

Las sospechas parecen confirmarse

Desde principios de 2024, Moscú ha transferido miles de efectivos militares y combatientes a Libia. Según fuentes de seguridad libias, aproximadamente 1.800 soldados rusos operan en el país, principalmente en territorios controlados por Haftar.

Imágenes satelitales y fuentes de inteligencia han señalado el refuerzo de la presencia em bases estratégicas como Al Khadim y Jufra, así c0mo la llegada de equipamiento militar a través del puerto de Tobruk. El tráfico de buques rusos a este puerto, con envíos de armamento y vehículos desde Siria, ha sido clave en la expansión de la capacidad operativa de Rusia en en el país.

Imagen: Imágenes satelitales de la actividad en los puertos de Tartus (Siria) y Tobruk (Libia). Allsource Analysis

La base de Al Khadim ha sido reconstruida y usada por Rusia y sus mercenarios desde 2017. En ella se ha identificado personal ruso y sirio, no solo militares, sino también empleados de empresas mineras ligadas a Wagner/Africa Corps y tránsito entre la base y la mina de Ndassima en la República Centroafricana. Además, justo antes y justo después de la caída de al-Assad en Siria se registró un aumento del tráfico aéreo desde el país que sugiere que se estaría trasladando equipo militar.

Imagen: Vista aérea del aeropuerto Al Khadim en Libia. Airbus

Además, en enero de este año, la agencia de noticias italiana, Agenzia Nova, ha publicado que las fuerzas rusas habrían tomado el control de la base aérea Mateen al-Sarra, un antiguo aeródromo de la época de la guerra entre Libia y el Chad. Este movimiento le otorgaría a Rusia acceso estratégico a las rutas comerciales del Sahel, proximidad a importantes yacimientos de oro en el país, así como en las vecinas Chad y Níger, y mayor capacidad de proyección militar en el área. 

El creciente papel de Rusia no solo preocupa a las potencias occidentales como Francia o Estados Unidos, que han perdido su histórica influencia en importantes países africanos, sino que también es una fuente potencial de tensión y desestabilización interna, entre los gobiernos libios rivales en Trípoli y Tobruk. Esto es, entre el gobierno apoyado por la ONU y el gobierno apoyado por Rusia. El Primer Ministro del gobierno con con sede en Trípoli, Abdul Hamid Dbeibah, ha expresado su preocupación por la expansión militar rusa, declarando que su país "no aceptará albergar armamento ruso trasladado desde Siria". 

Somalilandia y sus esperanzas de reconocimiento con Trump

En diciembre mencionamos la alianza entre Egipto, Somalia y Eritrea para contrarrestar la influencia etíope y su acuerdo con Somalilandia.

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Sin embargo, a juzgar por los recientes acontecimientos, las esperanzas de Somalilandia, que consideraba el acuerdo con Etiopía como un primer paso hacia el reconocimiento internacional, parecen haberse truncado. En diciembre, y tras tres rondas de negociaciones, Turquía facilitó la firma de un acuerdo bilateral entre Etiopía y Somalia con el objetivo de reducir tensiones en el Cuerno de África.

Imagen: Los líderes de Etiopía, Turquía y Somalia. Ethiopian News Agency

Según la Declaración Conjunta de Ankara, ambos países se han comprometido a "renunciar a las diferencias y cuestiones contenciosas y avanzar cooperativamente en la búsqueda de una prosperidad compartida", así como a respetar "la soberanía, unidad, independencia e integridad territorial" del otro (el principal objetivo de Somalia). Aunque el acuerdo está pendiente de detalles adicionales, se espera que en los próximos meses se alcancen acuerdos comerciales mutuamente beneficiosos que permitan a Etiopía acceso al mar, reduciendo su dependencia del puerto de Yibuti pero sin comprometer la integridad territorial de Somalia. En otras palabras, sin mencionarlo expresamente, esto podría implicar la renuncia al acuerdo firmado entre Etiopía y Somalilandia a principios de 2024.

Imagen: Ministerio de Asuntos Exteriores de Somalia

Un rayo de esperanza para Somalilandia

No todo han sido malas noticias para Hargeisa (Somalilandia). También en el mes de diciembre, el congresista republicano Scott Perry presentó una iniciativa ante el Congreso de los Estados Unidos con el objetivo de instar al gobierno estadounidense a reconocer la independencia de Somalilandia.

La iniciativa, co-patrocinada por el también republicano Andrew Ogles, establece que "todas las reclamaciones territoriales de la República Federal de Somalia sobre la región [Somalilandia] son inválidas y carecen de fundamento", y autoriza al presidente de los Estados Unidos a "reconocer Somalilandia como un país independiente y separado de la República Federal de Somalia".

Imagen: Propuesta de Ley presentada en el Cámara de Representantes de los Estados Unidos

Las autoridades somalilandesas han celebrado esta iniciativa. Hussein Adan Igeh, portavoz de la presidencia de la República de Somalilandia, afirmó:

The introduction of this Bill also underscores the deep and enduring partnership between Somaliland and the United States of America. It reflects America’s unwavering support for democratic principles and the rights of self-determining nations. Your courage and foresight in championing Somaliland’s case will forever remain in our collective memory, as it marks a pivotal moment in our journey toward recognition and greater engagement with the international community. (Hussein Adan Igeh, el portavoz de la presidencia de la República de Somalilandia)
Imagen: Posicionamiento público del portavoz de la presidencia de la República de Somalilandia en su cuenta de Facebook

El 15 de enero, John Moolenaar, presidente del Comité Selecto sobre el Partido Comunista Chino en la Cámara de Representantes de EE.UU., envió una carta al entonces secretario de Estado, Antony Blinken, instando al Departamento de Estado a establecer una oficina de representación en Hargeisa, Somalilandia. Esta medida tiene como principal objetivo contrarrestar la creciente influencia de China en el Cuerno de África.

Imagen: Carta formada por John Moolenar sobre la necesidad de establecer una oficina estadounidense en Somalilandia

Las expectativas que ha generado la nueva Administración Trump

Los somalilandeses parecen optimistas respecto a la nueva Administración Trump. ¿Tienen motivos para ello?

Además de las iniciativas parlamentarias recientemente presentadas, el Proyecto 2025, impulsado por la Heritage Foundation, ha sido señalado como una de las influencias clave en la agenda del nuevo gobierno republicano. En sus recomendaciones para la política exterior en África subsahariana, este think tank conservador sugiere el reconocimiento de Somalilandia como una medida para contrarrestar la creciente influencia de China en el continente y ante el deterioro de la relación con Yibuti.

Esta postura no es nueva para Heritage. Desde 2009, la fundación ha defendido la independencia de Somalilandia como un activo estratégico para EE.UU., argumentando que su estabilidad política, su sistema democrático y su cooperación con Occidente la convierten en un socio valioso en una región marcada por la inestabilidad. Según la fundación conservadora, el reconocimiento de Somalilandia ayudaría a contrarrestar la influencia china, serviría para aprovechar la posición estratégica del país africano en el Golfo de Adén y para fortalecer la seguridad regional estadounidense.

Con la vuelta de Trump al poder, y con una base de apoyo en el Partido Republicano favorable a una política de realpolitik que desafía el statu quo internacional, la independencia de Somalilandia podría convertirse en un tema prioritario en la agenda del nuevo gobierno. La Heritage Foundation, que ha influido en múltiples decisiones de política exterior republicana, podría ser clave en este movimiento. Definitivamente, la reducción de la cooperación con Somalia que se produjo durante la primera Administración Trump y que continuó con el gobierno de Joe Biden, es coherente con una profundización de las relaciones con Somalilandia. Durante su primer mandato, Trump retiró aproximadamente 700 tropas estadounidenses de Somalia y recortó la asistencia al gobierno somalí. Durante la Administración Biden, EE.UU. se abstuvo de votar en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución para financiar una intervención de la Unión Africana en Somalia.

Además, en 2022, la modificación de la Ley de Autorización de Defensa Nacional de EE.UU. ya allanó el camino para fortalecer la cooperación militar con Somalilandia. Este cambio legislativo permitió iniciar intercambios militares y abrir canales de asistencia en seguridad, aunque sin un reconocimiento formal.

Somalilandia puede suponer, en efecto, una alternativa a Yibuti, un país con salida al Mar y sin influencia china, sino todo lo contrario, con relaciones con Taiwán y otras potencias occidentales. Un acercamiento perfectamente coherente con la agenda “America First”, tal y como el propio Trump ha establecido en una de sus primeras directivas.

En este contexto, Somalia parece preocupada ante la posibilidad de un reconocimiento formal de Somalilandia. El 27 de noviembre de 2024, el gobierno somalí firmó un contrato por un año con la consultora estadounidense BGR Government Affairs por 600.000 dólares, un movimiento que se puede interpretar como un esfuerzo del gobierno somalí para fortalecer sus relaciones con Washington y contrarrestar iniciativas como la de Scott Perry.

El reconocimiento de Somalilandia por parte de EE.UU. dependerá, en última instancia, de la decisión del presidente. Si bien el Congreso puede influir en la política exterior, la decisión final recae en la Casa Blanca.

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