Erdoğan ante la vuelta de Siria a la arena internacional
Siria rompe su aislamiento: ¿cómo el retorno de Assad impacta a Erdoğan en refugiados, kurdos e Irán?
Los últimos años han sido terribles para Ecuador. El país andino ha sido testigo de un brutal e inesperado aumento de la violencia, de la mano del crimen organizado. El anterior presidente, Guillermo Lasso, no fue capaz de hacer frente a una sobrepoblación carcelaria que generó estallidos de violencia en los centros penitenciarios, ni tampoco logró desactivar a las bandas que operaban desde las propias cárceles. Ahora, el nuevo presidente, Daniel Noboa, que apenas lleva dos meses en el poder, ya ha tenido que decretar un estado de excepción para poder sofocar los últimos episodios de violencia que estallaron tras la huida de la cárcel del líder de Los Choneros, Adolfo Macías, alias "Fito".
Pues bien, para reflexionar acerca de la encrucijada en la que se encuentran los ecuatorianos y de las herramientas que tiene en su mano el nuevo Gobierno para intentar manejar la situación, en NotNews, Irune Ariño entrevista a Luis Espinosa Goded. Luis es profesor de Economía en la Universidad San Francisco de Quito y videocolumnista en El Oriente.
"En Ecuador hemos pasado de 6 muertos violentos por cada 100.000 habitantes en 2017 a 45 en 2023, de ser de los países de América Latina con la menor tasa de homicidios violentos a, en 5 años, tener la mayor".
PREGUNTA: Hemos detectado una serie de causas que puede permitirnos entender el repunte de violencia que está viviendo Ecuador: la reorganización del crimen organizado colombiano tras el acuerdo con las FARC en 2016, la sobrepoblación de las cárceles ecuatorianas, la corrupción en la policía y la justicia y el deterioro económico posterior a la pandemia. ¿Coincides con el diagnóstico o crees que se están pasando por alto cuestiones importantes?
RESPUESTA: En Ecuador hemos pasado de 6 muertos violentos por cada 100.000 habitantes en 2017 a 45 en 2023, de ser de los países de América Latina con la menor tasa de homicidios violentos a, en 5 años, tener la mayor. No tenemos una explicación muy clara de lo que está ocurriendo.
"Existe la idea de que la pobreza provoca violencia. Esto es falso. No es verdad que los países más pobres sean más violentos que los más ricos. Lo que sí puede llevar a la violencia es la falta de esperanza, de prosperidad".
Estoy de acuerdo con lo que me dices y diría algunas otras cosas. Por ejemplo, existe la idea de que la pobreza provoca violencia. Esto es falso. No es verdad que los países más pobres sean más violentos que los más ricos. Lo que sí puede llevar a la violencia es la falta de esperanza, de prosperidad. Eso sí, es algo que estamos viendo en Ecuador. Los diez años de socialismo del siglo XXI que fue el correísmo en cierto modo destruyeron la inversión privada, el tejido productivo y el empleo privado, y eso ha hecho que hoy en día dos tercios de los ecuatorianos no tengan un empleo formal. Hoy los jóvenes en Ecuador tienen el mismo PIB per cápita que en 2014. Es decir, en una década los jóvenes ecuatorianos —la mayor parte de la población lo es— no han visto esperanza.
Tenemos que entender qué los jóvenes se meten en las bandas porque allí es donde encuentran su sentimiento de pertenencia, encuentran una familia —de hecho se llaman hermanos entre sí—, encuentran un referente de autoridad —el líder de la banda—, encuentran una manera de canalizar la ira que tienen dentro y encuentran un sentido a su vida, el que les da la banda.
Quiero añadir otro punto que falta por analizar: el desmembramiento de la estructura social y, especialmente, de la familia. Los países más violentos de América Latina se encuentran principalmente en Centroamérica, donde hay más emigración a Estados Unidos. Esa emigración, que comportaba que el padre o la madre se marchasen, separaba a las familias. Eso provoca problemas evidentes en la educación de los jóvenes. En Ecuador, dos tercios de los nacimientos se producen fuera del matrimonio y el problema es que hay una falta de sentimiento, de pertenencia y de estructura, de transmisión de valores y de orden, falta la figura del referente. Esto ha provocado el desmembramiento de la sociedad, que se está produciendo sobre todo en la zona de la costa y que también tenemos que relacionarlo con lo que está ocurriendo con la violencia.
Tenemos que entender qué los jóvenes se meten en las bandas porque allí es donde encuentran su sentimiento de pertenencia, encuentran una familia —de hecho se llaman hermanos entre sí—, encuentran un referente de autoridad —el líder de la banda—, encuentran una manera de canalizar la ira que tienen dentro y encuentran un sentido a su vida, el que les da la banda. Además, también es una manera de intentar conseguir prosperidad de forma fácil y rápida. La típica imagen de la prosperidad que se ha vendido en América Latina, que se ha generado en el imaginario colectivo de los latinoamericanos durante los últimos 20 o 30 años, y que es el coche de lujo, las chicas tetonas y los billetes de 100 dólares. Lo que se vende en las canciones de reguetón.
Así que creo que hay causas sociales, causas económicas, y también vamos a hablar de causas políticas o jurídicas. La hiperregulación que vive América Latina en general, y Ecuador en particular, hace que el Ejército, la policía y los jueces y fiscales estén maniatados a la hora de luchar contra la delincuencia. Ha sido novedoso que ahora haya habido que declarar un estado de guerra para justificar jurídicamente que el Ejército pueda salir a las calles. El Estado hiperregulado y la política ineficiente y corrupta también son parte del problema, porque impiden que se alcance la solución.
Las bandas son el fin en sí mismo, el núcleo y la organización, y estas tienen que financiarse de alguna manera, porque van a ir creciendo y tienen que alimentar a un montón de personas.
PREGUNTA: Sobre el fenómeno de las bandas, muy propio de América Latina, ¿cómo se produce el salto de la organización, de la necesidad de sentirse parte de algo a terminar inserto en el crimen organizado y, en concreto, en el narcotráfico?
RESPUESTA: Los cárteles mexicanos son una estructura muy distinta a la de las bandas, que se parecen más a las maras centroamericanas, que son grupos de jóvenes que se autoorganizan. Sin embargo, en Ecuador estas reciben una especie de “franquicia” o alianza con las bandas de México o Colombia, que son las que proporcionan la droga. Pero al final las bandas son el fin en sí mismo, el núcleo y la organización, y estas tienen que financiarse de alguna manera, porque van a ir creciendo y tienen que alimentar a un montón de personas. Sobre todo se alimentan de la custodia del narcotráfico, de la droga que pasa de Colombia y México y que pasa por Ecuador para luego ir a Europa o Estados Unidos.
Las bandas se financian a través del narcotráfico, del microtráfico y de la extorsión y, desde hace algunos años, vemos en Ecuador que las bandas se autoadjudican un barrio o territorio y cobran “coimas”, esto es, extorsiones a los pequeños negocios.
Hay que tener en cuenta que la violencia es un fenómeno relativamente nuevo en Ecuador. Por lo tanto, ni la sociedad, ni la policía, ni el Ejército están preparados para combatir estos niveles de violencia.
PREGUNTA: ¿En qué medida hay un debate alrededor de si es necesario o no enfocar de forma distinta la guerra contra las drogas, o si hay que terminar con ella, para luchar contra el narcotráfico?
RESPUESTA: Yo sí que estoy convencido de que por razones éticas, morales y lógicas hay que terminar con esa absurda guerra que evidentemente están ganando las drogas. Pero ese debate no tiene mucha vigencia ni mucha realidad en Ecuador. ¿Por qué? Porque aunque se legalizasen las drogas en Ecuador, lo que realmente genera dinero y lo que realmente alimenta a estas mafias es precisamente la exportación a Estados Unidos y a Europa. El problema real no son los consumidores nacionales. De hecho, lo que se consume en Ecuador es lo que se llama “base”, que es lo que sobra de la producción de cocaína, los restos, que es mucho más mortífero.
Así que creo que ese debate dentro de Ecuador no tiene mucha realidad porque no hay prácticamente nadie que lo esté teniendo y, en segundo lugar, no soluciona el problema, porque el problema son las drogas que se llevan a Colombia, Estados Unidos o Europa, que es donde se consumen.
Además, hay que tener en cuenta que la violencia es un fenómeno relativamente nuevo en Ecuador. Por lo tanto, ni la sociedad, ni la policía, ni el Ejército están preparados para combatir estos niveles de violencia. Cuando uno viaja a México o a Colombia ve muchos coches blindados, policía armada o seguridad armada en la puerta de ciertos organismos. Sin embargo, eso en Ecuador apenas se veía porque había poca violencia.
Todavía no hay un debate nacional real sobre cómo combatir la violencia. El único debate que se está teniendo en estas semanas es uno sobre el legítimo uso de la violencia o la proporcionalidad.
Como los Estados de excepción no funcionaban y no permitían actuar al Ejército en todo el territorio nacional, el presidente Noboa ha tenido que declarar una guerra.
PREGUNTA: Para combatir el aumento de la violencia en Ecuador, el expresidente Guillermo Lasso hizo mucho uso de los Estados de excepción. Sin embargo, ¿son herramientas necesarias, fueron insuficientes, se podría haber hecho otra cosa…?
RESPUESTA: Por desgracia, el gobierno de Guillermo Lasso fue un rotundo fracaso a la hora de combatir la delincuencia. En el caso del gobierno de Guillermo Lasso, durante el que efectivamente se produjeron los primeros grandes estallidos de violencia, sobre todo en las prisiones. Las prisiones eran lugares desde donde operan los narcoterroristas y el gobierno ya no solo fue perfectamente incapaz de tomar el control. Lo intentó a base de Estados de excepción, pero es evidente la inoperante capacidad de estos estados para combatir a los narco-delincuentes.
También es verdad que en uno de los primeros que se declaró, la Corte Constitucional dijo algo tan absurdo como que el Ejército no podía entrar dentro de las prisiones, donde hay más violencia.
Ahora ha llegado el presidente Noboa, este goza de mucha más popularidad, lo que hace parece que está bien y además está siendo firme en combatir la violencia. Como los Estados de excepción no funcionaban y no permitían actuar al Ejército en todo el territorio nacional, ha tenido que declarar una guerra. Y, aunque no queda claro cuál es la calidad jurídica de esto, de momento la Corte Constitucional no ha tumbado este decreto, aunque algunos abogados lo están cuestionando.
Con este decreto el Gobierno de Noboa lo ha hecho bastante mejor, pero no sabemos qué ocurrirá en seis meses. No sabemos si las bandas ya han llegado a su pico de violencia. No sabemos si el Estado va a ser capaz de reprimir la violencia o si las bandas van a poder contraatacar. Hasta ahora, en diez días desde el pico de violencia, no lo han podido hacer, pero no sabemos qué va a pasar.
La Asamblea ha tenido que aprobar una ley diciendo que va a indultar a aquellos policías que tengan juicios por abuso de la violencia, o por matar a algún delincuente, durante este estado de guerra.
PREGUNTA: ¿Hay alguna otra cosa en la que el nuevo gobierno se esté diferenciando del anterior?
RESPUESTA: La realidad es que Noboa no ha presentado su famoso plan Fénix, pero también es verdad que sí ha sustituido algunos de los generales principales de la policía y del Ejército, y sí ha dado una sensación de respaldo a ambos. Por ejemplo, hay algo muy llamativo y es que la Asamblea ha tenido que aprobar una ley diciendo que va a indultar a aquellos policías que tengan juicios por abuso de la violencia, o por matar a algún delincuente, durante este estado de guerra. ¿Por qué? Porque hasta ahora los policías se sentían completamente maniatados. Unos policías que no se sienten con la legitimidad, con el respaldo del gobierno y de la ciudadanía para actuar, lo que hacen es no actuar y eso da campo libre a los narco-delincuentes.
Lasso intentó combatir esto pero con medidas mucho más extrañas. Se comprometió, personalmente, porque es millonario, a pagar los abogados y costear los juicios de los policías que tuviesen procesos por estas cuestiones. Sin embargo, esto no resultó. Ahora la policía se siente respaldada, y no porque hayan cambiado las leyes, sino porque se les ha dicho que se les va a indultar.
Podemos escandalizarnos con lo que hace Bukele, pero nos deberíamos escandalizar también con lo que ocurría anteriormente, que es que los salvadoreños tenían miedo a salir a la calle porque había miles de muertes cada año, porque había extorsiones, atracos…
PREGUNTA: ¿Se está “bukelizando” el gobierno de Daniel Noboa?
RESPUESTA: Parece que Bukele es el gran problema y cuando hablamos de la política de Bukele, en realidad estamos hablando del empleo de todos los instrumentos del Estado con contundencia para luchar contra la narco-delincuencia que asolaba al país. Podemos escandalizarnos con lo que hace Bukele, pero nos deberíamos escandalizar también con lo que ocurría anteriormente, que es que los salvadoreños tenían miedo a salir a la calle porque había miles de muertes cada año, porque había extorsiones, atracos…
La “bukelización” es el respaldo a la policía, al Ejército, para luchar contra la delincuencia, y eso es exactamente lo que los ciudadanos desean. Por eso Bukele es el presidente más popular de América Latina.
La “bukelización” es el respaldo a la policía, al Ejército, para luchar contra la delincuencia, y eso es exactamente lo que los ciudadanos desean. Por eso Bukele es el presidente más popular de América Latina. Los ciudadanos le piden al Estado que defienda la vida, la libertad y la propiedad y, en cambio, los narco-delincuentes están ganando la batalla y les están quitando esas tres cosas. Por tanto, si alguien utiliza los recursos del Estado para ganar esta guerra, evidentemente va a contar con el respaldo de los ciudadanos.
El presidente Noboa es un milenial que quiere caer bien a la población y salir reelegido, y lo que la población le está demandando es contundencia. A muchos les extraña que los ciudadanos le piden al Estado que proteja su vida, libertad y propiedad, pero es que ese es el principio fundacional de los Estados y de la convivencia en sociedad, el legítimo uso de la violencia.
La frontera entre Ecuador y Colombia son miles de kilómetros, y en esos miles de kilómetros solo hay un paso fronterizo por carretera. La inmensa parte de esos miles de kilómetros son pura selva amazónica, entonces es prácticamente imposible de controlar. Es un completo coladero de personas, de cocaína y también tráfico de combustibles.
PREGUNTA: Noboa lleva poco tiempo en el poder, pero, ¿qué ocurre con el control de las fronteras o con los recursos, para hacer frente a la sobrepoblación en las cárceles y la falta de funcionarios para aumentar las ratios entre funcionarios y presos?
RESPUESTA: Esa realidad es increíblemente complicada de controlar, es decir, la frontera entre Ecuador y Colombia son miles de kilómetros, y en esos miles de kilómetros solo hay un paso fronterizo por carretera. La inmensa parte de esos miles de kilómetros son pura selva amazónica, entonces es prácticamente imposible de controlar. Es un completo coladero de personas, de cocaína y también tráfico de combustibles, de gasolina. Entre miles de kilómetros de selva es muy difícil encontrar a esas personas, es muy difícil capturarlas.
Por otro lado, a día de hoy el Estado no tiene el control de las cárceles, aunque lo está intentando alcanzar. Lo más grave de esta crisis de violencia ha sido que se han tomado como rehenes a más de cien guardias penitenciarios. Es decir, los presos han conseguido tomar el control en prácticamente todas las cárceles del país.
La ausencia de control estatal sobre las cárceles se debe, en primer lugar, a una sobrepoblación carcelaria. Los presos están completamente hacinados. En segundo lugar, por la violencia que ejercen las bandas dentro de las cárceles. Y, en tercer lugar, porque los guardias penitenciarios hacen lo que pueden, pero están mal pagados. No tienen motivación ni incentivos. Y el presidente ha propuesto casi cualquier cosa, hasta cárceles en barcos para que estén en medio del mar, o traerse a los israelíes, que son los que construyeron las cárceles de El Salvador. Ojalá se pueda hacer algo más, pero a día de hoy, además, en las cárceles en Ecuador, hay muchos presos que están todavía sin juicio. Hay muchos presos que están por microtráfico, que evidentemente es un delito muy distinto de violación o asesinato. Así que hay un problema grave. El presidente ha prometido bastantes cosas en esa dirección, pero a día de hoy no se ha cumplido. Una cosa es decir que se va a construir una cárcel y la otra construirla, pues se requieren recursos, tiempo y energía.
En Ecuador hay muchos presos que no deberían estar en las cárceles. Por ejemplo, personas presas por accidentes de tráfico o por no enviar la pensión alimentaria a sus hijos. No creo que llevarles a prisión solucione nada. También hay personas presas, bastantes, por microtráfico.
PREGUNTA: ¿Qué opinas de los intentos de Lasso para reducir la sobrepoblación carcelaria y qué se debería hacer?
RESPUESTA: Hace falta un cambio en las leyes para que no haya tantos presos. En Ecuador hay muchos presos que no deberían estar en las cárceles. Por ejemplo, personas presas por accidentes de tráfico o por no enviar la pensión alimentaria a sus hijos. No creo que llevarles a prisión solucione nada. También hay personas presas, bastantes, por microtráfico.
Ecuador tiene un problema que es: cómo hay delincuencia y queremos actuar con contundencia, actuamos con contundencia contra todo y al final no se discrimina. Los presos se hacinan en las cárceles y se empeora el problema. Sin embargo, es verdad que la ciudadanía ecuatoriana no está muy dispuesta a escuchar porque está muy cabreada.
Además, como el aumento de la violencia ha sido relativamente reciente, no ha habido mucho tiempo para tener debates sobre este tipo de temas. La sociedad ecuatoriana tiene que digerir y empezar a tener esos debates con calma.
Cuando el presidente Lasso intentó indultar a ciento y pico presos, en mi opinión era una medida bien encaminada, pero no es eficiente, porque no es el problema del que estamos hablando, estamos hablando de miles de presos que quizás deberían estar saliendo por delitos menores. Pero es que a la vez tenemos un 90% de impunidad. El 90% de los asesinatos o muertes violentas que ocurren en Ecuador quedan impunes.
Es decir, por un lado, tenemos las cárceles llenas de presos que han cometido crímenes menores y, sin embargo, tenemos una alta impunidad en crímenes mayores. Quizás haya que redireccionar recursos para investigar los crímenes mayores y llenar las cárceles de estos presos y liberarlas de crímenes menores.
Si quieres saber más sobre lo que está ocurriendo en Ecuador, no te pierdas el vídeo que hemos preparado en VisualPolitik: